Calles, hotel Nh Jousten, restaurante y experiencias en Buenos Aires, Argentina

Calles, hotel Nh Jousten, restaurante y experiencias en Buenos Aires, Argentina.
Seguimos nuestra narración, ahora por las calles de Buenos Aires, Argentina. Y no se trata de detallar nombres de avenidas y esas cosas porque salvo la avenida corrientes no me aprendí ninguno de esos nombres.

De nuevo madrugué, 6 de la mañana hora argentina (4 de la mañana en mi reloj biológico), primero la rutina de internet, verificar qué había pasado con las fotos sacadas el día anterior y subidas a facebook, los comentarios graciosos de conocidos y amigos al respecto (como una prima, tan bonita, que nunca nadie le había escrito un mensaje por el messenger desde dicho país o la amiga que me llamó la atención porque fui con Juli a tomarme un café a Starbucks cuando en mi cuidad no hay un sitio como esos, etc ). Preferí manejar, como generalmente suelo hacerlo, esos asuntos personales a nivel amigos y no público...nunca se sabe. En Google plus, algo público y profesional bajo mi punto de vista, unos cuantos comentarios y un par de fotos.
Bajamos al primer piso (¿o era sótano?), al desayuno buffette, en el hotel Nh Housten, ya los más de 30 colegas venidos de toda latinoamérica,en corrillos, ingiriendo su primera comida del día por cuenta de Google. A nivel local estaba acostumbrado a tomar caldo, huevos revueltos y pataconas (plátano o banano verde frito, depende de como se diga en diferentes regiones). Uhmm. Allí había mucha comida, que iba desde café, leche, frutas, cereales, panes de distintos colores y texturas. Pues, como el mundo se va a acabar, acomodé la mayor cantidad posible de todo cuanto pude (de pronto se arrepentían de la organización del evento y nos dejaban solo un café con leche y un pan).
Salimos hacia las oficinas de Google Argentina en grupo, caminando, pues quedaba muy cerca del hotel. No voy a entrar en pormenores del evento pues se sale del contexto de esta descripción coloquial de mis percepciones durante el mismo. Solo diré que lo más valioso fue la posibilidad de conocer y acercarme a otros colegas con los que había intercambiado virtualmente en muchas ocasiones. No tanto de lo que a nivel técnico pudiera o no aprender, esto me pareció secundario, pues soy de los que creo que para asimilar este tipo de conocimiento nada mejor que hacer lecturas especializadas, preferiblemente e inglés y hacer las respectivas deducciones o inferencias.
Como la razón de ser de esta secuencia (ver la anterior que se llama un colombiano en Argentina) son las anécdotas y la parte humana, resaltaré que en la sala de juntas teníamos disponibles varios congeladores o neveras (refrigeradores con jugos, gaseosas y demás (todos con el logo de la Compañía);habían dispensadores de galletas, dulces, chocolatinas, sandwiches, café, agua y un largo etcétera. Afortunadamente por hambre no iba a tener inconvenientes. Quizás de indigestión, un poco. Por supuesto teníamos wifi abierto durante el primer día y hubo bastante distracción debido a esto pero el ambiente de trabajo se sitió delicioso en todo caso y, la vista hacia Puerto Madero, relajaba, definitivamente. Pudimos observar por el sistema de videoconferencia el encuentro alternativo que se tenía en Madrid, España, algo que me agradó sobremanera.
Luego de terminar en horas de la tarde la sesión de trabajo, de intercambiar algunas fotos, palabras y prodigarnos en calidez humana, volvimos al hotel para "tomar impulso". Un poco de aseo (había que disimular aunque no soy muy amigo de la ducha, ya saben por aquello del ahorro del preciado líquido- ¿que dijeron?-), un par de mensajes para la casa (teníamos con mis amigos colombianos un chat grupal para coordinar los movimientos y vernos a determinada hora en el lobby del hotel o proponer hacia donde dirigirnos).
Fuimos a cenar, por supuesto, por cuenta de la Empresa que organizó el evento, Google Argentina a un restaurante espectacular, cuyas instalaciones eran tan memorables (al menos a mis ojos poco conocedores), que hasta el servicio de baños me pareció atractivo, por los cuadros y la escenografía propia de personas que aman la ganadería. Recuerdo inclusive que Andrés sacó fotos de allí.
Pero volvamos a la cena como tal. Para empezar estoy acostumbrado a tomar jugo o en el peor de los casos agua con los alimentos. Allí empezaron con vino. Y como mi paladar no sabe absolutamente nada al respecto (lo más sofisticado en vinos que pudiera dar razón era del moscatel o vino de consagrar, quizás de un vino de manzanas o un vino blanco que uso para adobar el pollo cuando hago de comer). Mi compañero Frank me dio un discurso al respecto de los taninos, los barriles y el añejamiento, una cantidad de nombres (que la verdad no se me quedaron grabados), en tanto bebí como unas 3 copas medianas del rojizo liquido y me sentía un tanto desinhibido (aunque bajo control, poder mental). Nos pusieron una cantidad de, no sé como llamarlos, trozos de pan de distintos sabores, unos recipientes con "cosas" de untar (espectaculares)y que tuvieron que quitarme porque los iba a dejar sin nada; un embutido que por estos lares llamamos morcilla, si bien, esta no tenía arveja ni arroz como se acostumbra en mi país, pero en cambio tenía una sazón diferente que incluía un toque picante, fabuloso.
Un trozo jugoso de carne, grueso, como de unos 4 cms, diferente a mis gustos locales que incluyen trozos de ganado vacuno o porcino delgados, adobados previamente con ajos, cebollas, tomillo, laurel y orégano, tal vez cerveza. Pero no me arrepiento, era un sabor especial, irrepetible bajo mi punto de vista. Cuando concluí, mi compañera Laura decidió compartirme su propio filete, el cual devoré sin compasión y por el cual recibí varios comentarios jocosos. Hay bebedores...y existimos los comilones.
La mayoría se quedó a tomarse unas copas más, ya eran las 11 de la noche en el horario de Buenos Aires; preferí salir con otros colegas a descansar. Llegué, hangout con la casa, reporte de primera mano para mi novia y mi hijo, aun para mi perrita, por supuesto ronda por las redes sociales.
Y así concluye este día de estancia en el bello territorio porteño.

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